viernes, 19 de agosto de 2011

¿Remover o no remover el pasado?

A mediados de julio, se celebró una penosa efeméride para la Historia de España: hace 75 años, un 18 de julio de 1936, estalló la Guerra Civil, en la que, como ya dije hace tiempo, sólo hubo víctimas y verdugos a partes iguales en ambos bandos. Pues bien, han pasado ya tres cuartos de siglo y todavía seguimos divididos cuando recordamos esos tiempos, especialmente entre los que quieren hacer justicia y los que prefieren, simplemente, pasar página y olvidar. Personalmente, aunque tengo familia de ambos bandos, me pongo de parte de los primeros, pues muchos de ellos ansían, al menos, buscar y encontrar los restos de los seres queridos que perdieron en el conflicto y darles un entierro digno.

En Francia ocurre algo muy parecido con la 2ª Guerra Mundial, ya que la tierra de la Libertad, Igualdad y Fraternidad fue conquistada por los nazis, y la capital gala vivió un episodio verdaderamente oscuro: el 16 de julio de 1942, hubo una redada en la que trece mil judíos fueron arrestados, encerrados durante días, sin comida ni agua, en el Velódromo de Invierno (popularmente conocido como Vel d’Hiv) de París y finalmente conducidos a diferentes campos de concentración dentro y fuera del país. Como ya imaginaréis, muy pocos lograron escapar y vivir para contarlo.

Y de aquí parte la trama de mi nueva recomendación: La llave de Sarah (Elle s’appelait Sarah; 2007), de la francesa Tatiana de Rosnay. La pequeña Sarah Starzynski, de diez años, es arrestada junto con sus padres, pero antes de salir de casa encierra bajo llave en un armario a su hermanito, Michel, prometiéndole volver a buscarlo.

Sesenta años después, Julia Jarmond, una periodista estadounidense casada con un francés, prepara un reportaje en conmemoración de la redada, y empieza a vislumbrar un vínculo estremecedor entre los Starzynski y su propia familia política…

lallavedesarah

Portada del libro, inspirada en el cartel de la película (no la he visto)

Esta novela resultó un gran descubrimiento para mí, porque me ha dado a conocer la existencia de un hecho histórico que, dentro del holocausto nazi, desconocía totalmente, pero me ha sorprendido ver cómo tantas personas prefieren dar la espalda al pasado (sobre todo Bertrand y Edouard, el marido y el suegro de Julia), escudándose en que es algo ya muy antiguo y que no merece la pena recordar. Sinceramente, pensaba que los franceses eran más celosos de su pasado y de su historia que nosotros, pero la redada del Vel d’Hiv parece ser un trapo sucio muy desagradable de rememorar…

Por otro lado, en esta dicotomía sobre hurgar o no en los dolorosos tiempos pretéritos, la autora perfila todos los personajes con virtudes e imperfecciones que, dentro de la trama principal y en las secundarias, determinan a la perfección el carácter de los personajes y sus actitudes: el egoísmo, en diferentes formas (digo esto por un motivo muy especial relacionado con Julia y su marido); la valentía, encarnada totalmente en Sarah (dispuesta a rescatar a su hermano) y en Julia (decidida a desvelar la verdad aun a costa de hacer mucho daño); los remordimientos (en especial Edouard).

Por lo demás, esta novela me ha gustado bastante, aunque la conclusión me decepcionó un poco porque esperaba que dos personajes acabasen emparejados, aunque la autora lo deja lo suficientemente abierto para la imaginación del lector.

Finalmente, sólo me resta añadir unas palabras en hebreo antiguo que espero que resuman la actitud del libro en cuanto al Holocausto, pero que también pueden aplicarse perfectamente a nuestra propia guerra y, para qué negarlo, cualquier conflicto:

Zakhor, Al Tichkah.

(“Recordar, nunca olvidar”)

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros