jueves, 9 de octubre de 2014

A veces hay que mirar las cosas desde el otro lado

Ya bien entrado el otoño, volvemos a la normalidad y retomamos las entradas “ordinarias”, y voy a comenzar esta con una anécdota: un frío día de otoño de 2009, iba camino de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba para hacer un trabajo en la biblioteca. Pasé junto a una librería, y por costumbre le eché un vistazo al escaparate, aunque sin prestarle tanta atención como habría querido, porque tenía prisa. Mientras seguía andando, de repente, unas palabras llegaron subliminalmente a mi cerebro: Fitzwilliam Darcy.

¿Fitzwilliam Darcy? Di media vuelta y busqué entre los libros, hasta que encontré dichas palabras. No, mi cerebro no me había engañado, ahí estaba: un libro con el nombre del protagonista de Orgullo y prejuicio en la portada. Sobra decir que enseguida anoté todos los datos del libro (que era el segundo tomo de una trilogía que cuenta la historia de Elizabeth y Darcy desde el punto de vista de él), aunque no pude buscarlo de inmediato. Tres años después, me cayó un E-Book por mi cumpleaños, y aproveché para bajar la trilogía completa de la red y devorarla ávidamente.

Así pues, hoy os traigo los tres tomos de la trilogía Fitzwilliam Darcy, un caballero (Fitzwilliam Darcy, Gentleman), de la estadounidense Pamela Aidan. Esta autora es una gran aficionada desde muy joven a la literatura austeniana y una buena conocedora de su obra, aunque reconoce que se inspiró más en la miniserie de la BBC de la que ya hablé en la entrada que dediqué a Orgullo y prejuicio y en la que se ven algunos flash-backs de la vida de nuestro protagonista.

La trilogía empieza con el tomo Una fiesta como ésta (An Assembly Such as This; 2003), en el que Fitzwilliam George Alexander Darcy (pues éste es el nombre completo que le da Aidan) llega con la familia Bingley para vivir en la región de Hertfordshire. Rodeado de gente tan vulgar como pretenciosa, Darcy ve con preocupación la creciente atracción mutua entre su amigo Charles y la bella Jane Bennet, así como su propia admiración por Elizabeth, hermana de Jane y la joven menos convencional que haya conocido nunca…

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En Deber y deseo (Duty and Desire; 2004) conocemos qué pasa con Darcy en los tres meses en los que desaparece de la escena en la novela original. En efecto, Darcy vuelve a Londres a pasar la Navidad con su hermana, retomar el contacto con la alta sociedad londinense, olvidar a Elizabeth y buscar una cónyuge adecuada. La ocasión ideal se presenta cuando es invitado por lord Sayre, un viejo compañero de la universidad, a pasar una temporada en su castillo; allí, Darcy se siente fuertemente atraído por la hermanastra de su amigo, la hermosísima lady Sylvanie, pero el castillo de Norwycke y sus residentes ocultan muchos secretos…

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Sólo quedan estas tres (These Three Remain; 2005) es el tomo final de la trilogía. Tras una estancia más que olvidable en el castillo de la familia Sayre, Darcy viaja a Kent con su primo materno, el coronel Richard Fitzwilliam, a visitar a la tía de ambos, la severa Lady Catherine de Bourgh. Casualmente, Elizabeth también está de visita por la zona, y todo indica que tendrán que verse con mucha frecuencia. Aparentemente, la relación entre ambos va mejorando cada vez más, y sólo es cuestión de tiempo que Darcy dé el paso y haga la propuesta que ella está esperando. O eso cree él…

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Pocas veces me he enamorado de unos libros como en este caso. No sólo por volver a ver a los personajes de una de mis novelas favoritas, sino por hacerlo desde la perspectiva de Darcy, al que conocemos a fondo en todos los aspectos: su vida personal (familia, amigos, subordinados, etc.), sus manías, su forma de pensar… Asimismo, también podemos ser testigos de la vida del Londres de la Regencia y conocer a algunos de los personajes más famosos de la época, como el dandi Beau Brummell, la excéntrica lady Caroline Lamb o el magnicida John Bellingham. Incluso se hace un guiño a la autora anónima de cierta novela éxito de ventas en la que el sentido se contrapone a la sensibilidad (¿se os ocurre quién puede ser?).

Como es evidente, el hecho de que la historia se cuente desde el punto de vista de Darcy permite crear personajes totalmente nuevos y darles profundidad a los personajes planos de la novela original. Del primer grupo, destaco al excéntrico Dy Brougham, amigo íntimo de Darcy y toda una caja de sorpresas, y sobre todo a Lemuel Fletcher, su leal ayudante de cámara, siempre con una cita de Shakespeare entre los labios. La estrella del segundo grupo es Anne de Bourgh, la tímida prima y prometida de Darcy, a la que la autora convierte en una joven sensible y atormentada que escribe poemas en secreto (sí, al más puro estilo de Emily Dickinson).

Después de ensalzar tanto esta trilogía, sólo me queda señalar sus defectos (porque los tiene, como todo y todos en esta vida). El primero es el más obvio: que el lector sabe casi en todo momento lo que va a pasar y, con la excepción en general del segundo tomo, le esperan pocas sorpresas. El segundo defecto es la falta de originalidad de la idea principal de la trilogía, aunque Aidan no es la primera persona ni la última que ha cogido la novela de Orgullo y prejuicio y la ha reescrito desde el punto de vista de Darcy (aunque eso yo no lo sabía cuando esta trilogía llegó a mi vida…).

No obstante, estas dos faltas no consiguen empañar lo mucho que me ha gustado esta trilogía que recomiendo encarecida e indudablemente a todos los fans de Jane Austen. No lo lamentaréis, creedme.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros