sábado, 13 de marzo de 2010

De oca a oca, y tiro porque me toca

Por burdo que suene el título de esta entrada, realmente no podía tener otro, ya que mi nueva recomendación se titula El jardín de la oca (2007), de Toti Martínez de Lezea. Encontré este libro en Círculo de Lectores, y me sorprendió mucho porque su argumento me recordó a una miniserie de misterio española que había visto por televisión años atrás (Camino de Santiago), si bien esta última tenía lugar en nuestra época y trataba de una cadena de asesinatos.

En definitiva, la trama de El jardín de la oca, que ocurre en el siglo XIII, comienza cuando el médico judío Ezequiel Falaquera cura las manos quemadas del feroz ex-inquisidor Robert Lepetit, que ha incendiado una iglesia por poseer una Virgen negra. Es tal el fanatismo de Lepetit, que lo lleva a interpretar el mensaje del libro del Apocalipsis como el final del catolicismo y el nacimiento del segundo Mesías en Finisterre. Tras el asesinato de un amigo a manos del inquisidor, Ezequiel decide tratar de detenerlo para evitar más desgracias, y para ello contará con la ayuda de dos fieles compañeros con los que nada tiene en común: Hadi al-Suri, un amable herborista musulmán capaz de adivinar el futuro con el tablero de la oca, y Eder Bozat, un humilde tallista cátaro y el autor de la Virgen quemada…

jardin

No puedo negar que durante todo el tiempo que estuve leyendo la novela tenía en mente lo que podía recordar de la mencionada miniserie y también a La flor de la argoma, la novela de Martínez de Lezea recomendada anteriormente en mi blog. Pero por supuesto, El jardín de la oca no tiene nada que ver con las dos. Tiene una dosis considerable de intriga como la serie; tampoco le falta el romance, como a la otra novela, pero esta obra también posee su gran carga aventurera.

En cuanto a los personajes, mis favoritos han sido el divertido Ugo, la dulce Alazaïs y el trío protagonista. Debo destacar especialmente a estos últimos, que colaboran (aunque mi resumen haga parecer lo contrario, el judío no es ningún “jefe”) con todas sus fuerzas para pararle los pies a Lepetit. A fin de cuentas, las religiones no tienen por qué ser enemigas entre sí o del agnosticismo y el ateísmo (tienen más cosas en común de las que parecen, pero muchos se niegan a verlas), sino que el verdadero enemigo común de todos es el fanatismo, salga de la doctrina que salga. Y tras decir esto no puedo negar el gran papel del propio Lepetit, que guarda más de una sorpresa.

En definitiva, si buscáis una novela histórica con acción, aventura, misterio; mezcla de religión, paganismo y artes arcanas (sin llegar al extremo de muchos best-sellers de ahora) y una dosis decente de romance, El jardín de la oca seguro que os satisface.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros