Y es que Emma Woodhouse, protagonista de Emma (1815), es tan bienintencionada como todas las heroínas austenianas, pero también está muy mimada, y puede llegar a ser un tanto desconsiderada y egoísta con sus allegados, y en especial con los que tiene más cerca.
Emma, de veintiún años de edad, es huérfana de madre desde muy pequeña, y se ha criado con una institutriz, la señorita Taylor, a la que adora. Pero cuando Emma es adulta, la señorita Taylor se casa y se marcha, lo que le hace sentirse bastante sola (su hermana mayor ya es madre de familia y vive en Londres, y su padre ya está mayor y es hipocondríaco). Un tanto pagada de sí misma y con unas fuertes ínfulas de casamentera, Emma se hace amiga y protectora de Harriet Smith, una joven pobre y muy maleable a la que decide buscarle un buen marido. Nuestra heroína se mete de lleno en la tarea de buscar a alguien que ocupe el corazón de su amiga y la haga feliz, lo que hace que incurra en un sinfín de equívocos y malentendidos y, lo que es igual de importante, que se olvide de su propio corazón…
Cuando Jane Austen empezó a escribir Emma, declaró que iba a crear una heroína que, salvo a ella misma, no gustaría mucho. Pero se equivocó, ya que Emma también cuenta con una legión de admiradores gracias a su alegría de vivir y su corazón noble y bienintencionado. Su carácter y su comportamiento se deben, probablemente, al hecho de que goza de buena posición económico-social (es la única heroína austeniana sin problemas de dinero) y de que es muy querida y admirada en su comunidad, lo que le hace pensar que su vida es perfecta y que todos merecen tener una vida tan estupenda como la suya. Pero, como ya sabemos, la perfección no existe.
(Cartel de la película homónima de 1996, ganadora del Óscar a la Mejor Banda Sonora. Totalmente recomendable)
Emma es, quizás, la novela en la que vemos una mayor interacción entre la protagonista y la sociedad que la rodea; uno de los estudiosos a los que cité en mi Trabajo de Fin de Máster afirmaba que Emma no es Emma sin Highbury (la región en la que vive), y Highbury no es Highbury sin Emma. De hecho, es la única heroína que no sale de viaje, sino que vive inmersa en su cuasi-idílica sociedad campestre y en las relaciones que mantiene con sus miembros (fiestas, visitas, obras de caridad para los pobres…). Entre los miembros de la sociedad de Highbury, hay que destacar por encima de todos a George Knightley, el vecino más cercano a Emma y la eterna voz de la razón (es él quien siempre pronuncia la frase “Te lo dije, Emma” cada vez que ella mete la pata), pero no hay que olvidar al señor Woodhouse (bondadoso e hipocondríaco a más no poder) o a la señorita Bates (que puede parecer algo pesada, pero acaba por inspirar verdadera compasión al lector cuando se ve claramente su situación en la vida).
Ya casi hemos terminado con este Especial Otoño 2013, y espero que estéis disfrutando con las novelas de Jane Austen que he recomendado hasta ahora. La historia de Emma Woodhouse y sus embrollos es la más optimista y alegre de todas las novelas de Jane Austen, y estoy segura de que os gustará tanto como las demás novelas. Además, seguro que querréis saber qué pasará al final con Emma y con Harriet…
Hasta la próxima página,
La Rebelde de los Libros
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