sábado, 3 de julio de 2010

Viajando de un Oriente al otro

Queridos Rebeldes, es para mí un gran placer recomendar este nuevo libro; no sólo por la trama en sí, que me resultó bastante placentera, sino también por ser un regalo de cumpleaños de una muy buena amiga mía (aunque de eso hace un año): Al-Gazal, el viajero de los dos Orientes (2000), del catedrático ubetense Jesús Maeso de la Torre, siendo ésta su primera novela (en 1976 escribió un poemario titulado Pisadas de sueños).

La novela se ambienta en su mayor parte en la espléndida Córdoba califal del siglo IX, pero la trama, narrada de forma retrospectiva, comienza en Bagdad. Yahía ben al-Hakam,  conocido por sus coetáneos como Al-Gazal (“La gacela”) por su gran apostura, vive desterrado en Bagdad. La carta de un viejo amigo le traerá a la mente multitud de recuerdos, tanto alegres como amargos, de su vida en su Córdoba natal y de sus largos viajes como embajador a lugares tan recónditos como Constantinopla o Escandinavia…

algazal

He disfrutado mucho esta novela por tres motivos: en primer lugar, por tratar una de las épocas históricas que más me gustan; en segundo lugar,  por conocer a un personaje tan singular como es su protagonista; y en tercer lugar, por el cariño que tengo a Córdoba, la ciudad en la que estudio. Sin embargo, debo añadir un par de consideraciones negativas. Primero, se nota que el autor conoce muy bien su tema de estudio y no tan bien otros temas (especialmente la mitología nórdica, que no es precisamente su fuerte). Segundo, en la edición que he leído he encontrado unas faltas de ortografía absolutamente escalofriantes  (“cáscara” sin acento, “heroico” con acento y más) y algunas faltas ortotipográficas (como poner una coma entre sujeto y predicado, tan de moda últimamente).

Por lo demás, el abanico de personajes, tanto reales (entre ellos el famoso músico Ziryab, de prodigiosa voz) como ficticios, es amplísimo. Mis favoritos han sido el propio Al-Gazal (aunque va de cama en cama que da gusto), la amable Shifa y el leal Masrur. Me hubiese gustado que el autor hubiese profundizado un poco más en la relación entre este último y Sanae, aunque comprendo que eso habría supuesto desviarse demasiado de la trama.

En definitiva, a pesar de todo, ésta es una muy buena novela para conocer ya no sólo nuestro pasado islámico con sus luces y sus sombras, sino también a un hombre culto, polifacético e inteligente, el viajero más grande que haya habido en España.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

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