domingo, 20 de octubre de 2013

Especial Otoño 2013: La primera impresión no siempre es la correcta

Primeras impresiones (First Impressions) es el título que tenía pensado Jane Austen para su tercera novela; sin embargo, el texto llegó hasta nuestros días con otro título totalmente distinto y, a mi ver, mucho más adecuado: Pride and Prejudice (en español, Orgullo y prejuicio), que representa los defectos que vertebran la trama de los protagonistas de la novela, que, dicho sea de paso, cumplió 200 años el pasado 28 de enero.

La protagonista de Orgullo y prejuicio es Elizabeth, de veinte años de edad y la segunda de las cinco hermanas Bennett. Con la llegada de Charles Bingley, un joven soltero y adinerado, se produce una gran expectación en la región de Meryton; sobre todo entre las madres de familia como la señora Bennet, que no ve la hora de casarlo con una de sus hijas, y en especial con Jane, la mayor y más bella de todas.

Jane y Bingley coinciden en un baile y se gustan enseguida, pero cuando Fitzwilliam Darcy, amigo de Bingley y mucho más apuesto y rico que él, se niegue a bailar con Elizabeth por no considerarla lo suficientemente guapa para su gusto, se desatará una guerra de sarcasmos e ironías entre ambos en la que involucrarán a todos los que les rodean…

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(Portada de la edición que leí; me gusta imaginar que la chica rubia es Jane y la morena es Elizabeth. Pero nuevamente, os advierto que esta edición tiene una traducción infumable.)

Orgullo y prejuicio es la más popular de todas las novelas de Jane Austen y la más adaptada a otras artes escénicas, desde el cine a la televisión, pasando, incluso, por el teatro musical. No es para menos, ya que la autora se supera a sí misma con la pareja protagonista (de hecho, Elizabeth era su heroína favorita) y los personajes secundarios, en especial los padres de Elizabeth (él con sus pullas y ella con sus histerismos), tampoco tienen precio.

Por otra parte, el tema principal de la obra (los equívocos basados en juicios erróneos y en secretos ocultos bajo silencios) ha dado siempre mucho juego. En el caso de esta novela, Jane Austen nos da una importante lección (o mejor dicho, dos lecciones) a través de Elizabeth y Darcy: no debemos mirar a nadie por encima del hombro ni etiquetar a nuestros semejantes a la ligera, porque siempre pueden darnos sorpresas, tanto buenas como malas. De hecho, no sólo es Darcy el orgulloso y Elizabeth la prejuiciosa, sino que ambos pecan de ambos defectos: Darcy, llevado por su propio orgullo de casta y por las opiniones de las hermanas Bingley, cree que la familia Bennet (con las honrosas excepciones de Jane y Elizabeth) son muy poco recomendables y que no es nada conveniente emparentar con ellos. A su vez, Elizabeth se deja llevar por su pésima primera impresión sobre Darcy (a lo que se añade la animadversión general hacia él, la leña que echa Wickham al fuego y su propia atracción por éste), se obceca en ese juicio erróneo y se niega a escuchar segundas opiniones.

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(Carátula de la miniserie de 6 capítulos realizada por la BBC en 1995; en opinión de muchos, yo incluida, la mejor adaptación que se ha hecho de este libro)

Esta novela ocupa un hueco muy especial en mi corazón; no sólo es mi favorita de Jane Austen, sino también la primera que leí (en concreto, para un trabajo de la universidad), y me gustó tanto, que no tardé mucho en ir a por todas las demás, además de releerla por lo menos nueve veces (¡y las que me quedan!). Así pues, ahora que ya vamos conociendo más la literatura austeniana, creo que vais a disfrutar mucho con esta tercera propuesta para el Especial Otoño 2013.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

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