sábado, 23 de noviembre de 2013

Especial Otoño 2013: Siempre hay una segunda oportunidad para el amor

Llegamos al final del Especial Otoño 2013 con Persuasión (Persuasion, 1818), última novela conclusa de Jane Austen y publicada póstumamente. Jane, ya entrada en años para su época y enferma (pues falleció antes de cumplir 42 años), termina su obra literaria con una obra de tono más pesimista y reflexivo que las otras y con una protagonista que ya no es una jovencita, sino una mujer de veintisiete años.

La protagonista de Persuasión es Anne Elliot, segunda hija de un barón viudo y narcisista, con una hermana mayor (Elizabeth) igual que el padre y una hermana menor casada (Mary) que siempre está llamando la atención. Ocho años atrás, Anne estuvo enamorada de Frederick Wentworth, un joven marino sin fortuna ni posición que le pidió matrimonio, pero ella le rechazó por consejo de Lady Russell, una amiga de la familia Elliot y una figura materna para la tímida y apocada Anne (siempre que leo el argumento, pienso que esta novela podría haberse titulado perfectamente con el concepto contrario, Disuasión).

Pasado el tiempo, la pareja se reencuentra en circunstancias muy distintas, pues el barón y sus hijas están en números rojos y Frederick se ha convertido en un rico capitán. Anne le sigue amando como el primer día, pero él no parece dispuesto a perdonar…

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La edición que he leído incluye no sólo la novela, sino también un capítulo final alternativo (no hay demasiada diferencia) y además Sanditon, la novela que Jane Austen no pudo terminar (algunas autoras modernas han recogido el testigo y la han completado).

La historia de Persuasión (que Jane iba a titular The Elliots) es posiblemente la novela más moderna de Jane Austen justamente por ser la protagonista una mujer otoñal que ha desperdiciado su juventud por un mal consejo (sí, lady Russell tenía toda la buena intención del mundo, pero también disuadió a Anne de aceptar a Frederick llevada por su propio orgullo de casta) y a la que todos sus parientes cercanos ningunean o hieren bien adrede, bien sin querer. Para ser exactos, las personas que la tratan con más amabilidad y afecto son los Musgrove (la familia política de Mary) y el matrimonio Croft (la hermana y el cuñado de Frederick).

Esta novela ha sido una de las que más me han gustado de Jane Austen; si tuviese que hacer un ranking, creo que ocuparía el segundo puesto (es que Elizabeth y Darcy son Elizabeth y Darcy…) ya no sólo por el tono, sino también por la temática de las segundas oportunidades (no sólo lo digo por Anne y Frederick, sino también por otro personaje más que no voy a nombrar por no hacer spoilers). Por otro lado, en esta novela se empiezan a escuchar ecos de un incipiente Romanticismo a través de las conversaciones literarias de Anne con el melancólico capitán Benwick, gran aficionado (igual que Marianne Dashwood) a las obras de Walter Scott y a otros autores del momento.

Bueno, para terminar con estas entradas (que no con Jane Austen, porque volveremos a verla dentro de poco) con una nota especial, se me ha ocurrido darle un toque musical al asunto con un vídeo que encontré hace tiempo por Youtube y del que me enamoré perdidamente. ¡Que lo disfrutéis!

El vídeo posee fragmentos de versiones de Mansfield Park, Persuasión y La abadía de Northanger. Todo ello acompañado de una canción instrumental maravillosa.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

domingo, 3 de noviembre de 2013

Especial Otoño 2013: El corazón no es un juguete

Y es que Emma Woodhouse, protagonista de Emma (1815), es tan bienintencionada como todas las heroínas austenianas, pero también está muy mimada, y puede llegar a ser un tanto desconsiderada y egoísta con sus allegados, y en especial con los que tiene más cerca.

Emma, de veintiún años de edad, es huérfana de madre desde muy pequeña, y se ha criado con una institutriz, la señorita Taylor, a la que adora. Pero cuando Emma es adulta, la señorita Taylor se casa y se marcha, lo que le hace sentirse bastante sola (su hermana mayor ya es madre de familia y vive en Londres, y su padre ya está mayor y es hipocondríaco). Un tanto pagada de sí misma y con unas fuertes ínfulas de casamentera, Emma se hace amiga y protectora de Harriet Smith, una joven pobre y muy maleable a la que decide buscarle un buen marido. Nuestra heroína se mete de lleno en la tarea de buscar a alguien que ocupe el corazón de su amiga y la haga feliz, lo que hace que incurra en un sinfín de equívocos y malentendidos y, lo que es igual de importante, que se olvide de su propio corazón…

emma

Cuando Jane Austen empezó a escribir Emma, declaró que iba a crear una heroína que, salvo a ella misma, no gustaría mucho. Pero se equivocó, ya que Emma también cuenta con una legión de admiradores gracias a su alegría de vivir y su corazón noble y bienintencionado. Su carácter y su comportamiento se deben, probablemente, al hecho de que goza de buena posición económico-social (es la única heroína austeniana sin problemas de dinero) y de que es muy querida y admirada en su comunidad, lo que le hace pensar que su vida es perfecta y que todos merecen tener una vida tan estupenda como la suya. Pero, como ya sabemos, la perfección no existe.

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(Cartel de la película homónima de 1996, ganadora del Óscar a la Mejor Banda Sonora. Totalmente recomendable)

Emma es, quizás, la novela en la que vemos una mayor interacción entre la protagonista y la sociedad que la rodea; uno de los estudiosos a los que cité en mi Trabajo de Fin de Máster afirmaba que Emma no es Emma sin Highbury (la región en la que vive), y Highbury no es Highbury sin Emma. De hecho, es la única heroína que no sale de viaje, sino que vive inmersa en su cuasi-idílica sociedad campestre y en las relaciones que mantiene con sus miembros (fiestas, visitas, obras de caridad para los pobres…). Entre los miembros de la sociedad de Highbury, hay que destacar por encima de todos a George Knightley, el vecino más cercano a Emma y la eterna voz de la razón (es él quien siempre pronuncia la frase “Te lo dije, Emma” cada vez que ella mete la pata), pero no hay que olvidar al señor Woodhouse (bondadoso e hipocondríaco a más no poder) o a la señorita Bates (que puede parecer algo pesada, pero acaba por inspirar verdadera compasión al lector cuando se ve claramente su situación en la vida).

Ya casi hemos terminado con este Especial Otoño 2013, y espero que estéis disfrutando con las novelas de Jane Austen que he recomendado hasta ahora. La historia de Emma Woodhouse y sus embrollos es la más optimista y alegre de todas las novelas de Jane Austen, y estoy segura de que os gustará tanto como las demás novelas. Además, seguro que querréis saber qué pasará al final con Emma y con Harriet…

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

jueves, 24 de octubre de 2013

Especial Otoño 2013: Lo mejor es la fidelidad a los buenos principios

Al menos, creo que ésa es la conclusión principal que pueda sacarse de la cuarta novela de Jane Austen, porque Mansfield Park (1814) es la novela más larga, compleja y oscura de nuestra autora, y además este libro tiene muchas y muy distintas facetas.

La novela, que toma su título del nombre de la mansión solariega en la que tiene lugar la trama, nos pone en contexto explicándonos la historia de las  hermanas Ward: una se casó con un lord, con el que tuvo dos hijos y dos hijas, y todos viven en la susodicha mansión; la segunda contrajo matrimonio con un clérigo de buena posición, no tienen hijos y viven cerca de los anteriores; finalmente, la tercera se unió a un teniente sin oficio ni beneficio de la Armada Británica, viven en Portsmouth (al sur de Inglaterra y muy lejos del resto) y tienen más hijos de los que pueden mantener.

Esta última hermana, para aliviarse un poco económicamente, envía a su hija Fanny, de diez años de edad, a vivir con sus tíos y primos. Entre indiferencias, desprecios y burlas, la pequeña Fanny Price sólo halla cariño y apoyo en su primo Edmund, seis años mayor que ella. Con el paso de los años, Fanny se enamora secretamente de Edmund, pero la llegada de los hermanos Crawford, elegantes y sofisticados, trastocará las vidas de todos en Mansfield Park…

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Como ya he señalado al principio, Mansfield Park es la novela más difícil de leer de Jane Austen, y ello se debe a varios motivos. En primer lugar, aunque suene paradójico, a causa de la propia protagonista, a la que la propia madre de Austen llegó a tachar de “insulsa”. Fanny Price, como pariente pobre e inferior de los Bertram de Mansfield Park, a veces llega a ser un simple testigo mudo e invisible de cuanto sucede a su alrededor. Además, carece de interés o curiosidad por aprender o por adquirir algún talento artístico, por lo que no evoluciona en absoluto (sí evolucionan otros como Edmund, que descubre que no es oro todo lo que reluce, o Tom, que comprende que un primogénito debe dar ejemplo de rectitud y seriedad y no hacer vida de crápula) y se pasa la vida llorando y suspirando por los rincones. De hecho, a veces es que no sé si darle dos collejas para que espabile y se dé a valer o abrazarla y cantarle una nana, porque en el fondo me da mucha pena. Sobre todo con la señora Norris criticándola y regañándola por puras nimiedades y con Edmund babeando por la hermosa Mary Crawford, femme fatale por excelencia de la literatura austeniana a la que Fanny, a pesar de todo, no puede evitar admirar.

En segundo lugar, la temática de Mansfield Park no está tan bien definida como en las otras novelas de Jane Austen, sino que la autora da varias lecciones morales al lector a través de los personajes. Como ejemplos, aparte de los ya mencionados, debo señalar los casos del severo sir Thomas, que comprende que no debe educarse a los niños con excesiva severidad ni estableciendo diferencias de trato entre unos y otros según su origen y condición, y del seductor Henry Crawford (el único con una oportunidad auténtica de volver al buen camino a tiempo y sin consecuencias), que paga su inconstancia perdiendo toda posibilidad de conquistar a Fanny (debo destacar que a Cassandra Austen, hermana de nuestra autora, le habría gustado verlos juntos al final del libro, como muestra de que es posible hallar la redención a pesar de todo). De hecho, es tal la heterogeneidad de este libro, que uno se encuentra hasta una crítica a la esclavitud de los negros a través de los pensamientos de Fanny. Sin embargo, esta crítica a la esclavitud también puede estar relacionada con que Fanny se siente identificada con los esclavos en cuanto a la situación de inferioridad e indefensión de ambos. Al menos, eso creo yo.

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(De izda. a dcha., miniserie de 1983 y películas de 1999 y de 2007. Estoy viendo la primera, que está muy bien; la segunda no la recomiendo para nada y la tercera es aceptable.)

Es posible que toda esta perorata os haya desanimado e incluso alguno sienta que lo estoy disuadiendo de leer este libro. Nada más lejos de mi intención: Mansfield Park es un libro estupendo, y Fanny una heroína tan digna de cariño como las otras de Jane Austen. Así pues, no dejéis escapar la oportunidad de leer esta novela maravillosa.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

domingo, 20 de octubre de 2013

Especial Otoño 2013: La primera impresión no siempre es la correcta

Primeras impresiones (First Impressions) es el título que tenía pensado Jane Austen para su tercera novela; sin embargo, el texto llegó hasta nuestros días con otro título totalmente distinto y, a mi ver, mucho más adecuado: Pride and Prejudice (en español, Orgullo y prejuicio), que representa los defectos que vertebran la trama de los protagonistas de la novela, que, dicho sea de paso, cumplió 200 años el pasado 28 de enero.

La protagonista de Orgullo y prejuicio es Elizabeth, de veinte años de edad y la segunda de las cinco hermanas Bennett. Con la llegada de Charles Bingley, un joven soltero y adinerado, se produce una gran expectación en la región de Meryton; sobre todo entre las madres de familia como la señora Bennet, que no ve la hora de casarlo con una de sus hijas, y en especial con Jane, la mayor y más bella de todas.

Jane y Bingley coinciden en un baile y se gustan enseguida, pero cuando Fitzwilliam Darcy, amigo de Bingley y mucho más apuesto y rico que él, se niegue a bailar con Elizabeth por no considerarla lo suficientemente guapa para su gusto, se desatará una guerra de sarcasmos e ironías entre ambos en la que involucrarán a todos los que les rodean…

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(Portada de la edición que leí; me gusta imaginar que la chica rubia es Jane y la morena es Elizabeth. Pero nuevamente, os advierto que esta edición tiene una traducción infumable.)

Orgullo y prejuicio es la más popular de todas las novelas de Jane Austen y la más adaptada a otras artes escénicas, desde el cine a la televisión, pasando, incluso, por el teatro musical. No es para menos, ya que la autora se supera a sí misma con la pareja protagonista (de hecho, Elizabeth era su heroína favorita) y los personajes secundarios, en especial los padres de Elizabeth (él con sus pullas y ella con sus histerismos), tampoco tienen precio.

Por otra parte, el tema principal de la obra (los equívocos basados en juicios erróneos y en secretos ocultos bajo silencios) ha dado siempre mucho juego. En el caso de esta novela, Jane Austen nos da una importante lección (o mejor dicho, dos lecciones) a través de Elizabeth y Darcy: no debemos mirar a nadie por encima del hombro ni etiquetar a nuestros semejantes a la ligera, porque siempre pueden darnos sorpresas, tanto buenas como malas. De hecho, no sólo es Darcy el orgulloso y Elizabeth la prejuiciosa, sino que ambos pecan de ambos defectos: Darcy, llevado por su propio orgullo de casta y por las opiniones de las hermanas Bingley, cree que la familia Bennet (con las honrosas excepciones de Jane y Elizabeth) son muy poco recomendables y que no es nada conveniente emparentar con ellos. A su vez, Elizabeth se deja llevar por su pésima primera impresión sobre Darcy (a lo que se añade la animadversión general hacia él, la leña que echa Wickham al fuego y su propia atracción por éste), se obceca en ese juicio erróneo y se niega a escuchar segundas opiniones.

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(Carátula de la miniserie de 6 capítulos realizada por la BBC en 1995; en opinión de muchos, yo incluida, la mejor adaptación que se ha hecho de este libro)

Esta novela ocupa un hueco muy especial en mi corazón; no sólo es mi favorita de Jane Austen, sino también la primera que leí (en concreto, para un trabajo de la universidad), y me gustó tanto, que no tardé mucho en ir a por todas las demás, además de releerla por lo menos nueve veces (¡y las que me quedan!). Así pues, ahora que ya vamos conociendo más la literatura austeniana, creo que vais a disfrutar mucho con esta tercera propuesta para el Especial Otoño 2013.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

jueves, 10 de octubre de 2013

Especial Otoño 2013: En el centro está la virtud

Ésta es la moraleja que podemos sacar de la lectura de Sentido y sensibilidad (Sense and Sensibility, 1811), la primera novela publicada por Jane Austen. Nuestra autora comenzó a escribir en 1795 un primer relato, Elinor and Marianne, en formato epistolar. Dos años después, se puso a pulir el texto hasta convertirlo en la novela que hoy conocemos. Sin embargo, no sería hasta el verano de 1809 cuando diese los primeros pasos para la publicación del libro, que tuvo lugar el miércoles 30 de octubre de 1811 (si me sé hasta el día de la semana, es todo gracias a cierta estupenda web que recomiendo a todos los fans de esta autora).
 
En resumidas cuentas, ésta es la historia de las hermanas Elinor y Marianne Dashwood, nacidas del segundo matrimonio de su padre. Éste, antes de morir, le pide a John, su único hijo varón y nacido de su primer enlace, que no deje desamparadas a su madrastra y hermanastras. Sin embargo, John y su esposa no tardan en dejarlas en la calle, por lo que la recién viuda se ve obligada a pedir ayuda a un primo lejano.
 
Las hermanas se adaptan mal que bien a su nueva vida, pero ninguna cuenta con que Cupido les va a poner las cosas todavía más difíciles: la tranquila Elinor, de diecinueve años, comienza a sentirse atraída por el taciturno Edward Ferrars, hermano de su cuñada, mientras que la apasionada Marianne, de dieciséis, pierde la cabeza por el galante John Willoughby…
 
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(Portada de la edición que tengo en casa; me gusta imaginar que la joven es alguna de las hermanas Dashwood esperando a su amado. Pero os advierto que la traducción de esta edición es pésima.)
 
Tenemos hoy aquí una de las novelas más conocidas y queridas de la literatura anglosajona y, por qué no, de toda la literatura universal. Se trata de una novela cuyo principal tema es la búsqueda del equilibrio personal, de la armonía entre la razón y el corazón. Jane Austen escribió la historia de las hermanas Dashwood con una evidente intención moralizante, ya que Marianne (que está en plena edad del pavo y no tiene término medio con sus emociones) se apasiona por Willoughby hasta el punto de perder la salud y casi también la cordura (sí, se puede afirmar que sufre una depresión) y ser irrespetuosa y descortés con los que la rodean (aunque debo decir en su favor que es difícil no serlo con según qué personajes…). Elinor no sufre este problema, pues es lo suficientemente madura como para mantener sus propias penas bajo control hasta hacerlas invisibles a los ojos de los demás y seguir cuidando de su hermana del alma. En este sentido, Elinor resulta ser un personaje plano, ya que no evoluciona ni necesita hacerlo, mientras que Marianne es un personaje redondo, pues se ve obligada a pasar por un dolorosísimo proceso hasta llegar a ese equilibrio mental que será la base de su felicidad.
 
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(Cartel de la celebérrima adaptación cinematográfica realizada en 1995 por Ang Lee)

Como en todas sus novelas, Jane Austen retrata fielmente las virtudes y los defectos propios de la gente de su tiempo; nuestra autora era una gran observadora del mundo que la rodeaba y supo plasmar maravillosamente los caracteres de los que la rodeaban. Entre las primeras, destacan, por supuesto, la bondad de las dos hermanas Dashwood, pero también la generosidad del coronel Brandon y la dulzura de Edward, amén del inestimable cariño y apoyo de la señora Dashwood y la pequeña Margaret (la simpática e indiscreta benjamina de la familia). Entre las segundas, podemos señalar la codicia de John y su mujer, Fanny y la desconsideración, a menudo morbosa, de la señora Jennings, entre otros muchos.
 
Todas las novelas de Jane Austen tratan sobre la búsqueda de la propia felicidad por diferentes medios (especialmente a través de cambios personales de las heroínas, como es el caso, y/o de los héroes), y si a eso le añadimos la fina prosa austeniana y su hábil sátira social, mejor todavía. Por todo esto, merece la pena conocer la historia de las hermanas Dashwood y ver en qué terminan sus desventuras amorosas.
 
Hasta la próxima página,
 
La Rebelde de los Libros

jueves, 3 de octubre de 2013

Especial Otoño 2013: No es bueno despegar los pies del suelo

Digo esto porque os podéis meter en los mismos líos que Catherine Morland, protagonista de La abadía de Northanger (Northanger Abbey). Jane Austen escribió la historia de Catherine en 1798, pero se publicó póstumamente veinte años después.

Esta novela se escribió en la época en la que estuvo de moda la novela gótica, que suele estar protagonizada por una muchacha bella, virtuosa y talentosa que se encuentra en grave peligro (un futuro casamiento forzoso, alguien que quiere eliminarla para hacerse con una gran fortuna…) y que tiene lugar en un castillo gótico en el que ocurren fenómenos espeluznantes y perturbadores. Sin embargo, La abadía de Northanger no es una novela gótica, sino una parodia de novela gótica, porque la autora juega con los tópicos del subgénero, retorciéndolos y modificándolos para (indudable) disfrute de aquéllos que estuviesen hasta las narices de las novelas de Ann Radcliffe, Horace Walpole y tantos otros.
 
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(The Mysteries of Udolpho, de Ann Radcliffe, está considerada la novela más famosa del subgénero gótico. Si un día la pillo, ya os contaré)

Como ya he dicho, la protagonista de la novela es Catherine Morland, una chica de diecisiete años extremadamente aficionada a las novelas góticas. Tras una vida plácida y feliz en el campo, es invitada por sus vecinos, el matrimonio Allen, a viajar a Bath y conocer un poco de mundo. En la ciudad, entabla amistad con los hermanos Thorpe (John e Isabella) y los hermanos Tilney (Henry y Eleanor) y se ve dividida entre hacer compañía a unos o a otros. Sin embargo, la ingenuidad de Catherine, más acostumbrada a los libros que a los enredos de sociedad, le impedirá ver las envidias, ambiciones y rivalidades que se gestan a su alrededor…
 
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De todas las novelas de Jane Austen, ésta fue la última que leí, ya que fue de las últimas en caer en mis manos (allá por la Navidad del 2010), pero la he disfrutado tanto como las otras, tanto por su trama como por el contraste que conforma tanto con las otras novelas de Jane Austen como con las novelas góticas (si bien lo único que he catado de este género ha sido Drácula y Frankenstein). Respecto a las primeras, se nota que el estilo de Jane es más optimista y alegre, más fresco. En cuanto a las segundas, se hace muy divertido ver cómo las cosas no son como debieran ser ya desde el principio, pues la autora ya nos presenta a la fantasiosa Catherine como una persona que lo tiene todo para no ser heroína de ninguna historia (vive con sus padres y un puñado de hermanos, es mala estudiante y físicamente, del montón bueno) y no para de desmontar tópicos góticos a lo largo de todo el libro. Además, cuando Catherine es invitada por los Tilney a la casa de éstos (una vieja abadía reconvertida en  mansión), se lleva un chasco detrás de otro al ver que la realidad no se corresponde con la ficción (para mí, el mejor momento es la escena de los papeles del armario, simplemente hilarante).
 
En mi opinión, la mejor forma de empezar con la novelas de Jane Austen es saboreando la historia de Catherine Morland, de su amor por la literatura (compartido por la inmensa mayoría de héroes y heroínas austenianos) y de la necesidad de aprender a vivir con los pies en la tierra y dejar las fantasías exclusivamente para los libros. Bien está perderse entre sus páginas, pero sin olvidar jamás que la fantasía termina cuando se cierra el libro, y después toca enfrentarse al mundo real.
 
Hasta la próxima página,
 
La Rebelde de los Libros

sábado, 28 de septiembre de 2013

¡Especial Otoño 2013!

¡Hola, Rebeldes! Ahora que estoy retomando el blog (y pienso retomarlo en condiciones), me he puesto a revisar entradas viejas, y me topé con las de Especial Verano 2010. Para mí, supuso un momento muy nostálgico, porque además me habría gustado haber recomendado más libros aparte de los que ya he indicado. Pero eso no viene al caso.

En realidad, estuve comentando con Nobody-chan la posibilidad de hacer un nuevo especial de entradas para este otoño, y se me ocurrió hacerlo con mi autora anglosajona favorita. ¿Cómo, que quién es? Pues se trata nada menos que de…

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Jane Austen (1775-1817)

Esta escritora británica me conquistó a través de Orgullo y Prejuicio (publicada hace ya 200 años), y he devorado todas sus novelas (tristemente, sólo nos dejó seis, pero todas ellas maravillosas). También escribió algunas historias cortas, aunque no he tenido la suerte de leerlas. Sin embargo, mientras voy a por ellas, estaré encantada de recomendaros sus novelas por orden cronológico de escritura.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

jueves, 19 de septiembre de 2013

¡Todas malditas, hasta la enésima generación!

¡Hola, Rebeldes! ¿Todo bien? Eso espero. Quizás hayáis reconocido en el título las últimas palabras (modificadas) de Jacques de Molay, el último Gran Maestre de la Orden del Temple. Quizás penséis, por eso mismo, que hoy toca hablar de alguna novela relacionada, de alguna forma, con los templarios.

Pero nada más lejos de la realidad; hoy vengo a hablaros de una novela de temática y protagonistas muy distintos: La casa de los amores imposibles (2010), de Cristina López Barrio. Me regalaron este libro en 2011 por mi cumpleaños, y no dejaré jamás de agradecérselo a mis amigas, porque tenía muchas ganas de hincarle el diente.

En este libro, cuya trama tiene lugar en un pueblecillo de Madrid, conocemos la historia de la familia Laguna, compuesta únicamente por mujeres. Desde hace siglos, éstas sufren una terrible maldición: están condenadas sufrir por causa de los hombres y a parir sólo hijas, que perpetuarán las desgracias familiares. Parece que no hay forma de cambiar esa situación… ¿O sí?

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A lo largo de esta novela, conocemos las vidas de cinco miembros de esta familia, con los que viajaremos por la Historia de España desde el siglo XIX hasta la Movida de los 80. Durante estos tumultuosos años, seremos testigos no sólo de los avatares de las Laguna, sino también, a través de sus ojos, de los cambios políticos que transcurren en el pueblo durante ese tiempo. Por otro lado, la narración se intercala de vez en cuando con un cuento con el aparentemente no tiene nada que ver, pero a medida que se lee el libro uno se da cuenta de que la relación entre ambos es mucho más estrecha de lo que parece.

Esta novela me ha impactado por su increíble estilo; la autora utiliza un lenguaje cargado de poesía, con el que hace que los actos más crudos y crueles parezcan casi caricias y las escenas de amor se hagan sublimes. Mi personaje favorito es Olvido, “la Laguna guapa”; luchadora y valiente, asume el papel de eje central entre los personajes del pasado remoto y los del pasado cercano. Además, su historia de amor con Esteban es profundamente conmovedora.

Por supuesto, termino esta entrada recomendándoos encarecidamente que no os perdáis este libro, pero también os doy un consejo: si se os ocurre una idea para escribir algo, aunque sea un relato corto, no perdáis el tiempo y poneos manos a la obra. Porque es posible que, en cualquier otro lugar del mundo, haya alguien a quien se le haya encendido la misma bombilla. Y eso es justo lo que me ha pasado con este libro.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros

viernes, 13 de septiembre de 2013

Dos son compañía, tres son multitud… y cuatro humanidad

¡Hola, Rebeldes! En primer lugar, os pido perdón por todo este tiempo de silencio absoluto; reconozco con vergüenza que he descuidado mucho el blog y que he perdido credibilidad ante vuestros ojos. Además, se me han acumulado demasiado las recomendaciones, pero todo ello se debe a que he tenido mucho que hacer todo este tiempo (no, casi ni en verano he tenido paz), y me temo que la temporada otoño-invierno se presume igual de atareada. Mis más sinceras disculpas.

Dicho esto, pasemos a la recomendación de hoy. El título de esta entrada se debe a la conclusión que he sacado tras leer Las afinidades electivas (Die Wahlverwandtschaften), escrita por Wolfgang von Goethe en 1809. Es la primera obra de madurez del escritor alemán, y se enmarca, literariamente, en el Romanticismo; históricamente, en una época en la que los intelectuales comienzan a cuestionarse temas antes intocables, como la indisolubilidad del matrimonio; el divorcio, aunque todavía algo marginal, comenzaba a darse en las clases altas y, poco a poco, se haría cada vez más frecuente.

En resumidas cuentas, tenemos aquí la historia de Charlotte y Eduard; en su juventud, estuvieron locamente enamorados, pero las circunstancias los obligaron a contraer matrimonio y tener hijos con otras personas. Tras enviudar de sus respectivas parejas, los dos consiguieron casarse el uno con el otro, ya en su madurez y con la pasión adolescente convertida en un cariño amistoso, y cohabitan felizmente en una mansión rural cerca de Weimar. Pero la llegada del capitán Otto (amigo de Eduard) y la de Ottilie (sobrina de Charlotte) pondrá a prueba la solidez de la unión entre ambos…

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Este libro toma su título de un fenómeno químico que aparece mencionado en el libro; se trata de la tendencia de ciertos elementos a repeler otros y a atraer o a sentirse atraídos por elementos diferentes (si alguien ha recordado lo de los polos opuestos y los polos iguales, sí, más o menos es eso). Con una prosa admirable, embriagadora, Goethe reflexiona sobre la naturaleza de las relaciones humanas en la época que he mencionado y en especial sobre los fundamentos de la unión marital. Como si se tratase de un experimento científico-sociológico grabado con cámaras, el autor describe detalladamente cada sentimiento, cada opinión, cada conflicto moral. De este modo, vemos los esfuerzos de Charlotte por mantener todo en orden en su matrimonio; al romántico y caprichoso Eduard infantilmente enamorado de su sobrina, y la tristeza de esta última, un ser incomprendido que se divide entre su corazón y su sentido de la ética.

Las afinidades electivas, como cualquier otra obra de Goethe, no deja indiferente a nadie, ni por su contenido ni por su forma. Por este motivo, os recomiendo que, si la encontráis en la librería o la biblioteca, no dejéis que se la lleve otro.

Hasta la próxima página,

La Rebelde de los Libros